Cuando acabamos nuestra formación académica como dietista-nutricionista o Técnico Superior en Dietética, probablemente seamos los mejores en hacer dietas cuadradas en calorías y macronutrientes habiendo utilizado mil y una fórmulas.
Pero ¿así estamos enseñando al paciente a comer y promover su cambio de hábitos alimentarios a medio-largo plazo? Definitivamente, no.
En esta nueva entrada de blog, queremos contarte cómo poner en práctica la educación alimentaria en tu consulta de nutrición sin tener que hacer ninguna dieta cerrada.
Qué es la educación alimentaria
Según la FAO (Food and Agriculture Organizations of the United Nations), se define como: “Conjunto de estrategias educativas que se diseñan para adoptar o incluso mejorar conductas alimentarias adecuadas que permitan a la persona gozar de salud y bienestar, haciéndolo de forma voluntaria y consciente.
Estas estrategias y herramientas contribuyen a fomentar la comprensión de la importancia que tiene una alimentación saludable no solo a corto plazo sino también a largo plazo, previniendo el desarrollo de enfermedades crónicas no transmisibles y mejorando la calidad de vida.
Además, no solo contempla la difusión de información acerca de los alimentos, sino que también proporciona las herramientas para saber qué hacer, qué decisiones tomar y, sobre todo, cómo actuar para mejorar la alimentación.
Características de la educación alimentaria
Para conseguir que un paciente consiga sus objetivos nutricionales, tenemos que saber que esta metodología tendría que cumplir las siguientes particularidades:
- Realizar sesiones muy prácticas en las que el paciente participe y sea el protagonista de sus decisiones y cambios.
- Plantear uno o varios objetivos diferentes y realistas en cada consulta.
- Permitir el cambio de hábitos alimentariosdesde el principio, de forma progresiva y a medio-largo plazo.
- No solo se transmitir conocimientos sino también actitudes, valores y costumbres.
- Permitir ser consciente de las decisiones y de los cambios a realizar.
- Proporciona mensajes claros y sencillos, adaptado al nivel cultural y edad de la persona.
- Utilizar materiales visuales y prácticos en consulta. Además de, entregar recursos para reforzar en casa, en los que se plasmen los cambios que el paciente tiene que realizar.
Recursos y herramientas de educación alimentaria
En este tipo de metodología, no se le entrega al paciente una dieta cerrada en la que se le especifique lo que tiene comer cada día de la semana. Sino que se le entregan materiales y recursos que le permiten alcanzar sus objetivos, previamente explicados y comentados.
Resulta importante que estos sean participativos, llamativos, individualizados, prácticos, entre otros. Algunos ejemplos de recursos que podemos utilizar son:
- Fichas de educación alimentaria
- Etiquetado
- Recetas
- Presentaciones power point
- Infografías
- Plato saludable
- Alimentos en seco o de juguete
- Fotos
Cómo medimos el progreso del paciente
Más allá del peso, tenemos otras formas de evaluar cómo evoluciona nuestro paciente:
- Analizar los cambios de composición corporal con bioimpedancia o antropometría.
- Preguntar cómo se sienten con su ropa.
- Medir las circunferencias cada mes, aproximadamente, para valorar la evolución de la adiposidad.
- Pedir analíticas para valorar la evolución de los parámetros analíticos de acuerdo con el motivo de consulta del paciente.
- Evaluar en cada sesión los cambios dietéticos que se van realizando, con la ayuda de un diario dietético.
- Preguntar cómo es su relación con la comida y si son capaces de diferenciar el tipo de hambre que tienen.
- Valorar si han mejorado la sintomatología o signos clínicos que pudieran tener.
- Evaluar si descansan mejor.
¡Ahora ya solo te queda ponerla en práctica!
Elige el caso clínico que prefieras y piensa, según el objetivo nutricional que vayas a trabajar: qué recursos vas a utilizar para alcanzar los objetivos y para qué los vas a utilizar, cómo va a participar el paciente y qué recursos le vas a dar para que se lleva a casa.
Aprende más en nuestro próximo seminario: